domingo, 17 de junio de 2012

Trágicos amantes.

Empiezas escribiendo unas cosas, y terminas escribiendo otras.
Porque no quieres afrontarlo.
Lo aceptas, pero no lo piensas
...no quieres pensarlo.

Es una incógnita saber qué duele más;
un amor que poco a poco se va consumiendo,
en el que ambos amantes se dan cuenta...
en el que sólo uno de ellos sufre poco a poco,
como una lenta y consiente tortura...

O un amor que no anunció su fin,
que ni siquiera le da tiempo de consumirse;
que se va así como así,
sin decir más, sin decir nada, sin siquiera hablar.
Se va, de la noche a la mañana;
dejando a uno de sus amantes roto de repente,
...se va.

El dolor lento que avisa y tortura,
o el que ni siquiera ves porque cuando te das cuenta,
ya pasó...no tuviste tiempo ni de intentar frenarlo.

Cuando somos jóvenes, muy jóvenes,
ponemos los sentimientos por encima de nuestros deseos.
Preferimos amar, que tocar.
Preferimos ser amados, que ser tocados.

Cuando crecemos, los secretos aparecen;
los amantes se hacen presentes,
y ponemos los deseos por encima de los sentimientos,
sentimientos que se consumieron poco a poco, o de un día para otro.
Y preferimos ser tocados, que ser amados.

¿Es que madurar significa sustituir el amor por la lujuria?

La diferencia de un amor que poco a poco se va yendo,
en el que uno de los amantes quiere dejarlo ir,
y el otro deja que se vaya...
es que uno de ellos sigue muy enamorado,
pero se resigna a la lenta y dura tortura,
de intentar disfrutar el tiempo que tarde ese amor en consumirse.

Por el contrario, en el otro amor,
uno de los amantes decide dejar a eso; su amante,
por alguien a quien sí ama. La deja de un día para otro,
sin siquiera avisarle...porque no hay nada que avisar;
son amantes, son secretos, ella no era la indicada,
y lo sabía. Él no la amaba a ella, porque así debía ser.
Aunque ella...
...aunque ella sí lo amara a él.

No sé qué duele más.

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